domingo, 5 de febrero de 2012

A Mariana...


Atrapado en el pecho, en el rincón más alejado y obscuro, escurriendo como gota de lluvia en el cristal, yace mi llanto adormecido, callado, profanando mis sentidos. La fría transparencia de mis ojos, el reflejo de mis manos, son un vestigio de existencia. No hay cordón que una la soga con mi cuerpo, me alejo del mundo en un suspiro, me disuelvo como tinta en el agua y me vierto entre sombras tenues, tranquilas.

Aún puedo recordar tu sonrisa iluminando mi camino, llenando de luz el espacio y las tinieblas, y a todo aquel que tocabas. Tu risa es aún un bello estruendo en el silencio; tus ojos, esos espejos tristes y alegres, ávidos de vida y de riqueza, son todavía los cuadros más bellos que he colgado en las paredes de mi recuerdo. Y la palabra no dicha que te mostraba sincera, siempre cálida y encendida como tus labios al hablar.

Eres ausencia presente, como la ausencia de todo aquel que ya se ha ido, pero esa sonrisa, esos ojos y esa risa, son el fulgor de los momentos parpadeando, recordando que la vida es un suspiro y tan sólo por eso vale la pena, con el ímpetu de los riachuelos y las cascadas, con alas de mariposa revoloteando en vez de temer a la lluvia, al silencio abismal, al majestuoso correr de los instantes.

Sí, mi alma languidece como la niebla, mis manos cansadas se dislocan y mis ojos tristes se derriten entre sombras; pero también me transformo en el tiempo, en el espacio sideral; tomo mi cuerpo y tomo la vida entre destellos, caminando a través de los escombros que he dejado. Y justo ahí, en ese aparente holocausto, me monto en el dragón serpiente y devengo en decenas de formas, respirando el polvo cósmico entre luces, para soñar con mis propios ojos que despiertan.

Sí, dulce es la miel de la finitud, dulces tus ojos. Y aún en plena suerte de vivir y no vivir, en justa marea de incertidumbre, puedo mirar tu sonrisa distenderse y mostrar el sentido de las cosas al pasar, mientras la lágrima que corre se vuelve una gaviota cayendo, emprendiendo el vuelo en picada hacia mi boca, en donde la sal se mezcla con mis sueños creando también una sonrisa.